Por Juan Alonso y Susana Aparicio Lardiés (SUJU)
04/12/2017- De cara a 2050, Holanda se ha propuesto ser un país energéticamente neutral. Esto significa, entre otras cosas, que las viviendas deberán producir la misma cantidad de energía que consumen. La tarea trae consigo transformaciones que serán impresionantes. Los viejos bloques de viviendas deberán aislarse térmicamente y los barrios tendrán que conectarse a fuentes de energía solar o eólica. El paisaje también se verá afectado al tener que darse lugar a parques de paneles solares y molinos de viento. Todo esto sin olvidar que el cambio climático traerá más lluvias y un aumento de las temperaturas, lo que hará necesario mayor espacio para acumular agua.
Pero ¿cómo lograr transformar todo el país con sus más de 7 millones viviendas en tan poco tiempo? Hoy Holanda es un país dependiente del gas, con un 94% de las viviendas conectadas a la red de gas natural. Esta energía se utiliza para cocinar y especialmente para generar agua caliente para consumo y para la calefacción. En un país con un clima frío y con viviendas y edificios completamente calefaccionados y relativamente bien aislados, dejar el gas parece una misión imposible pero lo cierto es que el país ya ha pasado por una experiencia similar hace unas décadas. En los años 60, tras descubrir varios pozos de gas natural en el norte del país, Holanda hizo el giro de la estufa de carbón a la de gas en solo diez años. Eran otros tiempos y en esta ocasión, la transformación necesaria será mucho mayor y más costosa.
En mayo de este año, las autoridades regionales, desde los ayuntamientos hasta los comités para la gestión del agua (Rijkswaterstaat) presentaron al Gobierno interino un plan de acción e inversión de 28.000 millones anuales en energías renovables, en aras de hacer realidad la economía circular a escala provincial. Se trata del mismo presupuesto que invierten ya en infraestructuras, transporte público, agua, zonas verdes y vivienda. Es la primera vez que estas autoridades presentan una propuesta conjunta al Gobierno central. El plan contempla desde subsidios del Estado, como muchas veces se ha hecho ya para el aislamiento de las viviendas, hasta la concesión del transporte a empresas con propuestas sostenibles. También proponen la puesta en marcha de una normativa que desmotive, o prohíba directamente, el uso de artefactos a gas, como ya sucede en Dinamarca con las calderas en viviendas.
Infografía que muestra la economía circular a la que aspira Holanda antes de 2050. Arriba, renovación «sostenible» de viviendas existentes. Fotos: Ipo.nl y TU Delft.
Ciudadanos responsables
Por su parte, para los ciudadanos, hacer que su vivienda esté bien aislada no es barato. Se estima que una reforma así cuesta entre 50 y 80 mil euros para una casa normal y pobremente aislada. Aunque ya se sabe que invertir en el aislamiento de la vivienda termina dando más intereses que los ahorros en una cuenta de banco, porque el consumo energético de una casa bien aislada desciende notablemente mientras que se gana en confort interior y sube el valor de la vivienda. Y más teniendo en cuenta que el precio de la factura de energía parece que seguirá subiendo, en parte porque el gobierno ha decidido que sea el habitante el que pague la transformación energética del país por medio de impuestos que llegarán en las facturas domésticas.
La transformación energética ya está en marcha y ya se están experimentando algunas posibles soluciones. Los proyectos cooperativos de energía solar, donde los usuarios son los que se organizan para producir energía y venderla a la red, son la punta de lanza de un proyecto descentralizado. Según publicó el El Lokale Energie Monitor, en los primeros diez meses de este año ya se han realizado más de un centenar de proyectos cooperativos de energía solar con una potencia total de unos 37 megawatios. Estos proyectos son incentivados desde el Gobierno a través de financiamiento, subsidios, recorte en los impuestos y asesoramiento de empresas y especialistas, con la participación de habitantes y empresas locales. Uno de ellos tiene lugar en un barrio de Haarlem, donde se están utilizando los techos de una empresa cercana como campo solar para generar energía que abastezca a todo el barrio y vender el excedente a la red.
Participantes en una reunión de la cooperativa Noordenlicht en Haarlem. A la derecha, infografía de cómo será el nuevo barrio de Nieuwegein, en Utrecht. © NRC
Otros proyectos que van en este mismo camino, pero de obra nueva, sugieren un nuevo modelo para futuras urbanizaciones. En Nieuwegein se construirá un barrio de unas 900 viviendas que funcionará con energía solar y agua de lluvia. El barrio estaría listo en el 2025 y la descripción en detalle puede leerse en inglés y neerlandés en la publicación Solar Power to the People.
La transformación energética esinevitable para Holanda. El agotamiento de los pozos de gas en el norte, sumado a los problemas de movimientos del suelo en esa zona del país debido a la extracción, exige tomar medidas rápidamente. Además, los niveles elevados de C02 que produce el sistema económico actual hace urgente una transformación que asegure su soberanía energética, uno de los objetivos que se ha marcado el Gobierno actual.
Sin lugar a dudas veremos muchas publicaciones, artículos y vídeos por las redes hablando de las maravillas holandesas con respecto a la energía solar o eólica. Ahora sabemos que todo esto no es gratuito sino que son iniciativas promovidas por el Estado para alcanzar uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo: lograr un país energéticamente neutral.
Fuente: https://www.gacetaholandesa.com/holanda-sobre-plano-energia